Prisionera Política
Martha Sánchez
Dama de Blanco
Detenida desde: 11 de marzo de 2018
Sentencia: 4 años, 6 meses desde el 29 de agosto de 2018
Cargo(s): Desacato y Resistencia
Centro de Detención: Prisión Provincial de Mujeres El Guatao, Provincia de La Habana
La última foto de Martha Sánchez fue tomada un domingo. Vestida de blanco, ese día se dirigía a una parroquia acompañada de un grupo de mujeres con el mismo color de vestuario. Iban a misa, pero cargaban carteles de protesta. Las Damas de Blanco son un grupo de activistas, en su mayoría familiares o esposas de presos políticos del Gobierno de Cuba, que protestan para que los prisioneros de conciencia sean liberados. Martha se había unido al grupo en 2014. Aunque no tenía familiares en prisión, se unió al grupo para reclamar la libertad de expresión y la democracia para Cuba, en parte por su propia experiencia de maltrato y hostigamiento estatal incluida una amenaza de desalojarla de su propia vivienda.
El 11 de marzo de 2018, uno de esos domingos en que se dirigían a la Parroquia San Marcos Evangelista para protestar, a Martha y otras mujeres se les impidió la movilización en la provincia de Artemisa.
. “Abajo la farsa electoral”, “Abajo los Castro”, “¡Libertad para los presos políticos!”, fueron las consignas que gritaba la activista, de entonces 55 años. Pero expresarse fue considerado delito por las autoridades cubanas: de inmediato, detuvieron a Martha y otras Damas de Blanco. Esa última foto que tomaron de ella la muestra extendiendo sus brazos, rodeada por tres miembras de la Seguridad del Estado, resistiéndose a ser arrestada.
Detención
A Martha la llevaron a la unidad de la Policia Nacional Revolucionaria (PNR) de Artemisa, donde fue golpeada y maltratada. Según Joaquín Sánchez, hermano de Martha, un oficial de Policía le dijo: “ahora sí te vamos a desaparecer”. No era la primera vez que era amenazada. Desde que empezó a manifestarse contra los actos arbitrarios de las autoridades de la isla, la activista había sido vigilada, multada y detenida varias veces. “La Seguridad del Estado siempre la amenazaba con enviarla a prisión”, cuenta Joaquín.
El 6 de abril de 2018, Martha fue trasladada a una prisión de mujeres de La Habana y poco después fue puesta a la orden de un juez bajo los supuestos delitos de desacato, difamación y resistencia. Según su hermano, la Fiscalía argumentó que Martha le había faltado el respeto a una oficial de Policía, y además había “difamado a los héroes de la Patria”.
Tres meses después, en un juicio amañado y manipulado por la Seguridad del Estado, Martha fue declarada culpable y sentenciada a 4 años y 6 meses de prisión por desacato y resistencia. Su hermano aseguró que la acusada no logró tener un abogado de confianza, sino uno de oficio; el juicio fue privado y no público como establece la Constitución; y no se le permitió llevar evidencias ni testigos para defenderse. Cabe distinguir que la condena, una de las mas largas entre mujeres prisioneras, fue dictada a base de cargos que buscan penalizar la libre expresión.
La jueza dijo que mi hermana había estado presa por hurto y que era una alcohólica”, recuerda Joaquín, quien asegura que ninguna de las dos cosas era cierta. “Mi hermana es una persona noble, de buen corazón, a mi hermana todo el mundo la quiere en la calle”, enfatiza.
Actualidad
Actualmente, Martha cumple su sentencia en la prisión de mujeres conocida como “El Guatao” en el municipio La Lisa de La Habana. A sus familiares y a sus cuatro hijos (de 41, 39, 37 y 18 años), les permiten llamarla todos los lunes y visitarla cada 21 días.
Según el hermano de Martha, las llamadas son muy cortas y no les permiten conocer a detalle cuál es su situación en prisión. “Si hablara de algo más, le quitan ese beneficio”, cuenta. Lo que los familiares de Martha sí conocen es que las condiciones en general son “pésimas”, porque hay carencia de medicinas, de atención médica, y el maltrato por parte de las custodias es frecuente.
El día de las visitas, Joaquín debe recorrer 60 kilómetros de distancia desde su hogar hasta El Guatao. Actualmente, es el único que le lleva comida y alimentos a su hermana, algo que él mismo valora como “un sacrificio grande”, pues incluso ha tenido que alejarse de sus hijos por atender a Martha. Cada 21 días, debe despertarse a las 2:00 a.m. para preparar el almuerzo y salir de su casa a las 5:00 a.m. para llegar a tiempo a la penitenciaria. Aunque tiene 2 horas para verla, en ocasiones los guardias se demoran intencionalmente en el proceso de admisión, hasta casi agotar el tiempo de las visitas, mismas que son monitoreadas por la Seguridad del Estado.
La misma Seguridad del Estado le ha ofrecido a Martha que renuncie por escrito a las Damas de Blanco a cambio de dejarla en libertad, lo que ella ha rehusado en varias ocasiones.
La hija menor de Martha, hoy de 18 años, aún llora al pensar que su madre está detenida arbitrariamente, mientras sus hijos mayores son continuamente perseguidos.
“Nosotros como familia exigimos que se respeten los derechos de mi hermana y que no haya más injusticias”, concluye Joaquín.